Cuento (horror): "El Interruptor"

El interruptor
-Este interruptor que está aquí como escondido en el armario, ¿Qué hace? – Pregunta Pablo subiendo y bajando un gastado interruptor.
-No sé, - Dice Andrea posando una caja en la sala. – No sabía siquiera que había uno ahí. ¿Será una luz del armario?
-No, ese está aquí afuera. Mira. – Dice Pablo encendiendo y apagando con la luz con un interruptor junto a la puerta del armario.
-Pues no sé. – Dice Andrea, sin mucho interés. – Ven, deja de payasear y ayúdame a montar el librero, ¿Sí?
-No es por payasear. Me intriga. – Dice Pablo probando el interruptor misterioso y asomándose en las habitaciones, buscando algo que se encienda.
Andrea lo ve caminar de un lado al otro, con las tablas del mueble en las manos, hasta que Pablo la ve y callado se acerca al salón. Le quita las tablas sin decir nada y Andrea sonríe.
-
-Recuérdame cómo conseguiste este apartamento. – Dice Pablo mientras se lleva un bocado de tallarines a la boca.
-Ya te dije. – Dice Andrea, sentada sobre una de las cajas mientas mastica su comida.
-Sí, pero recuérdamelo, por favor.
-Una compañera de trabajo que vive en este edificio me dijo que el tipo que vivía aquí se fue un día y no volvió más. Dejó todo aquí con la puerta abierta y la tele encendida. No le creo por completo esa historia, pero sí me dio un poco de miedo al principio. El tipo aparentemente era medio loco, así que capaz le dio un ataque de locura y sencillamente se fue.
-Jmmm…
-¿Qué?
-No nada. Tiene sentido. – Dice Pablo en manera de burla.
-Idiota. – Dice Andrea, riendo. – No me asustes.
-Tranquila, seguro es como tú dices y no pasa nada.
Pablo ve el reloj y se levanta.
-Coño, ya es tarde. Me tengo que ir. El taxi me busca en 2 horas y me falta guardar unas cosas todavía.
-Ay perdón, no me di cuenta de la hora. – Dice Andrea apenada, levantándose.
-Tranquila, yo tampoco.
Pablo toma sus pertenencias de una de las cajas y se dirige a la puerta acompañado de Andrea.
-Que te vaya muy bien… Después me muestras las fotos. – Dice Andrea con cariño desde el marco de la puerta.
-Gracias. Te escribo cuando regrese… Saludos a Jorge.
-OK.
Se abrazan durante un par de segundos y Pablo se va sin decir más nada. El pasillo desde el apartamento al ascensor es cerrado y bastante largo. Sus pasos resuenan por el mismo y son lo único que se oye junto al zumbido de las viejas lámparas de techo. Hay tanto eco que casi parece que alguien más camina detrás de él. Se voltea al notar esto, pero no hay nadie. Está solo con el ruido de las luces. Continúa hacia el ascensor, oyendo de nuevo ese segundo grupo de pasos a sus espaldas. El ascensor se abre frente a él antes que logre pulsar el botón y cree ver algo en el espejo. Voltea rápidamente, pero nuevamente, está solo. Se sube y marca la planta baja nerviosamente. Las puertas se cierran y da un respiro aliviado.
Es un décimo piso y la construcción es bastante vieja, por lo que el recorrido se hace bastante largo. Se distrae mirando su teléfono. Un mensaje de Andrea le dice “Me vas a hacer falta…”. Sonríe. Se abren las puertas en planta baja, pero las luces están apagadas. El lobby es amplio y ve las luces de la calle a lo lejos, que logran iluminar una reducida parte del camino. Mueve sus manos esperando que haya un sensor de movimiento, pero no se encienden las luces. Palpa las paredes junto al ascensor, pero no encuentra un interruptor. Usa la tenue luz de móvil para iluminar su camino.
El eco de sus pasos lo acompaña nuevamente, pero esta vez no tiene el zumbido de las luces para atenuarlo y siente que sus pasos retumban varias veces en la oscuridad. Camina apresurado a la salida, pero el eco pareciera ir más apresurado que él. Se detiene a unos metros de la puerta, cuando siente que el eco de sus pasos está detrás de él y se voltea.
-
Pablo se despierta en una habitación oscura, con un horrible dolor de cabeza. Intenta ajustar su mirada, pero no ve absolutamente nada. Intenta llevar una mano a su cara, pero no lo logra. Esa fue la primera vez que oyó que los grilletes que le conectaban a la fría tabla metálica sobre la cual estaba acostado. Intenta mover su otro brazo pero obtiene el mismo resultado. Los agita con fuerza intentando soltarse, pero es imposible. Grita pidiendo ayuda, pero nadie responde. Siente una mezcla de olores en el aire que casi le hacen vomitar. No puede ver nada, pero oye que hay moscas alrededor. Muchas. Intenta librase de las amarras una vez más, pero siente un golpe eléctrico que recorre su cuerpo entero. Grita de nuevo, pero nadie parece oírle. Intenta nuevamente soltarse, pero recibe otro impacto eléctrico. Decide quedarse tranquilo sobre la mesa y durante unos segundos no pasa nada. Nuevamente es electrocutado.
-¡Basta! No intento soltarme, está bien. Díganme qué quieren, les doy lo que sea, pero por favor quítenme de esta mesa.
Nadie responde. La corriente vuelve luego de unos segundos, esta vez por más tiempo. Para Pablo parece ser infinita, hasta que finalmente cesa. Oye el sonido de su piel quemándose con el metal y siente el agudo olor de la misma. Intenta moverse, pero le produce un intenso dolor que se lo impide. Grita desesperado.
Una serie de choques eléctricos le golpean, uno tras otro, cortos, pero tan intensos como los anteriores. Se detienen durante varios minutos. Pablo piensa en Andrea, en lo que habría querido decirle. Llora en la oscuridad.
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-¿Has sabido algo de Pablo? – Pregunta Jorge, recorriendo el apartamento.
-No, nada. Me extraña un poco, pero seguro no es nada. Capaz no tiene internet por allá. – Dice Andrea, intentando disimular su preocupación.
-OK. – Dice Jorge sin prestarle mucha atención a lo que le dicen, buscando algo en los cuartos. Bajo las camas, en los armarios, detrás de los muebles.
-¿Qué haces? – Pregunta Andrea mientras se seca el cabello con una toalla.
-Hay un interruptor en el closet que no sé qué hace. – Responde Jorge desde afuera de la habitación.
-¿Tú también? Pablo estuvo un rato intentado conseguir algo y no vio nada. Déjalo así. – Dice Andrea frente a Jorge que está dando vueltas por la casa.
-¿Ah sí?.. ¿Cuándo? – Pregunta Jorge, detenido desde afuera de la habitación viendo a Andrea.
-El día que me ayudo a mudarme… El día que se fue. – Dice Andrea, casi ocultando su cara con la toalla mientras continúa con el secado de su cabello.
-OK ok. – Dice Jorge, con una mirada un poco tensa.
Jorge Camina por el pasillo del apartamento y se asoma nuevamente a la puerta de la habitación. Sin entrar a la misa, abre la puerta del armario exterior, se acerca al interruptor lentamente y lo activa y desactiva varias veces, mirando a Andrea con actitud burlona. Andrea se ríe.
-¿Vas a seguir?
-Está bien, está bien. No lo busco más… Vamos a comer, ¿Quieres? Hay un restaurante italiano aquí en la esquina que me han dicho es buenísimo.
-Ok. – Dice Andrea sonriendo. Déjame terminar de vestirme y vamos.
Jorge sonríe y se queda frente al armario. Mira al interruptor pensando “¿Lo habré quedado apagado?”.
-Bah, ¿Qué importa? Seguro no hace nada. – Dice mientras cierra la puerta del armario.
Luis Guevara.